La responsabilidad de los comunes

A menos de 48 horas para la constitución del consistorio barcelonés y la investidura del nuevo alcalde, muchas incógnitas se han despejado ya. El camino ha ido estrechándose y la disyuntiva es inapelable: Trias o Collboni. No hay más. Y, en estos momentos, decantar una u otra alternativa depende, en primer lugar y ante todo, de la decisión que acaben tomando los comunes. Votarse a sí mismos, como han estado diciendo estos últimos días, equivaldría simple y llanamente a entregar la alcaldía, llave en mano, a Trias. A menos que ERC abandone in extremis su empecinamiento de formar un “frente independentista”, sólo agrupando los votos de socialistas y comunes tras el candidato de la primera fuerza de izquierdas de la ciudad, el PSC, sería posible alcanzar la mayoría necesaria para tener un alcalde y un gobierno progresistas. Un gobierno en el que, como ha repetido aún hoy Jaume Collboni, tendría su lugar Barcelona en Comú, siguiendo la tradición de todos los gobiernos liderados por alcaldes socialistas desde la restauración de la democracia. Algún comentarista lo señalaba con pertinencia: sería paradójico que, tras haber votado Barcelona mayoritariamente por fuerzas de izquierdas y no independentistas… tuviese a fin de cuentas un alcalde de derechas e independentista. ¿De verdad estarían los comunes dispuestos a endosar semejante responsabilidad? Después de su intensa campaña acerca del peligro de regresión social, urbanística y medioambiental que representaría un mandato de Trias, ¿estarían acaso dispuestos a entronizarlo? Desde luego, no son de recibo los remilgos acerca de que, auto-descartada ERC, serían necesarios dos votos del PP para alcanzar una mayoría de 21 concejales. La suma de los votos de PSC y comunes pondría al PP, a la víspera de unas elecciones generales, ante la tesitura de dar la alcaldía de Barcelona al candidato de Puigdemont… o evitarlo facilitando la investidura del alcaldable socialista. Ante una tesitura similar, Manuel Valls hizo alcaldesa a Ada Colau en 2019. ¿Tratándose de ella, pues, serían aceptable los votos de la derecha a lo que ésta considera como un “mal menor” frente al independentismo, pero esos apoyos circunstanciales se tornarían inadmisibles si el beneficiario fuese Collboni? ¿Sí? ¿Hasta el punto de preferir que Trias se hiciese con la alcaldía? ¿Qué doble rasero es ése?

            El tiempo se echa encima. No hay lugar para divagaciones, ni ocurrencias. La única viabilidad de tener un gobierno de izquierdas pasa obligatoriamente por concentrar el voto de los concejales progresistas en torno al candidato Collboni. Es una suerte de “segunda vuelta” de las elecciones. La decisión es grave y no hay margen para el error. Es obligación moral y política de la izquierda anteponer los intereses de la gente trabajadora, de la mayoría social de la ciudad, a cualquier otra consideración o interés particular. Si Barcelona sufriese un frenazo en su progreso, si se agravasen las dificultades para los más desfavorecidos, si la ciudad se viese inmersa en un nuevo ciclo de desestabilización de la mano de un gobierno “frentista”… ¡Qué poco pesaría en el ánimo de la ciudadanía – y de nuestros electores en primer lugar – la invocación de agravios, reales o supuestos, entre las fuerzas de izquierdas como excusa por no haber estado a la altura de las circunstancias! No sería la primera vez en la historia que el sectarismo habría conducido a fatales equivocaciones. Facilitar la elección de Trias lo sería. En primer lugar, para Barcelona, que, en su conjunto, no se reconoce en esa opción. Pero también para las izquierdas y los movimientos sociales que las acompañan. Con una notable diferencia, sin embargo. La socialdemocracia, por su implantación nacional y metropolitana como por el hecho de encarnar la alternativa de izquierdas que hoy disputa la alcaldía a la derecha nacionalista, se recuperaría muy pronto. No así el proyecto de los comunes, si acaso concluyese su singladura al frente de la ciudad dejándole como “legado” un genuino representante de sus élites y clases acomodadas. Rodeado, por si fuera poco, de aventureros deseosos de crecerse en una nueva confrontación identitaria. La transcendencia de Barcelona es tal – en Catalunya, en España e incluso a nivel europeo – que un proyecto político que la abandonase a la derecha perdería toda credibilidad y legitimidad. Y eso, en lo más inmediato, no fortalecería la apuesta de Sumar, necesaria para agrupar y movilizar el espacio de la izquierda alternativa de cara a la contienda electoral del 23-J.

            Todo eso es lo que está encima de la mesa. No parece poco. Es la hora de la responsabilidad.

Lluís Rabell

15/06/2023

5 Comments

  1. Muy bien, de acuerdo.
    Y digo de acuerdo por el bien de Barcelona y no porque el candidato Collboni sea garantia de nada. Difuminado, Descafeinado y cualquier otra lindeza se le podría achacar. Como a usted, quizá,
    ¿ oportunismo ? También. Pero de acuerdo, por encima está el bien de Barcelona. Colau y su equipo han tenido la valentía de cambiar la agenda de una ciudad anquilosada.
    Con aciertos y desaciertos, pero con trabajo, esfuerzo y perspectiva. Ojalá Collboni, usted y demás tengan la oportunidad de demostrar trabajo, esfuerzo y mente clara.

    M'agrada

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